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miércoles, 25 de mayo de 2011

Maestría Ajedrecística - El ataque de las minorías

Colaboración especial del MI Julio Boudy – Cuba / España


En este trabajo veremos el conocido e importante Tema estratégico “el ataque de las minorías”, específicamente  en la Variante del cambio del Gambito de la Dama.

Este ataque de peones se puede presentar de dos formas:  cuando las Blancas desarrollan el Caballo de Rey por f3, se efectúa el enroque corto y se avanzan los peones del flanco de Dama donde se ha establecido una proporción de 3 peones contra 4. Este plan será el motivo de estudio en otra oportunidad. Ahora nos centraremos en el segundo plan donde el Caballo blanco se desarrolla por e2 y se intenta avanzar la mayoría de peones del flanco de Rey, en el centro, o incluso, en el flanco de Dama por parte de las blancas.

Primer ejemplo

 Chernin,A (2605) - Boensch,U (2560) [D36
Altensteig, 1991

 1.d4 Cf6 2.c4 e6 3.Cc3 d5 4.cxd5 exd5 5.Ag5 Ae7 6.e3 c6
Así ha quedado establecido el esquema de la variante del cambio en el gambito de la dama. El centro tiene un aspecto de inmovilidad pero no es así del todo porque las blancas tienen una mayoría en el centro que pueden movilizar por medio de f3-e4, al tiempo que tienen una minoría en el flanco de dama que puede avanzar por medio de b4-b5-bxc6 debilitando al peón negro en esta última casilla. ¿Y las negras que hacen? En algunas variantes intentan liberar su juego por medio de simplificaciones basadas en el salto Ce4;  en otras, realizan el avance c5 creándose voluntariamente un peón Dama aislado pero ganando en dinamismo para sus piezas al abrirse diagonales y columnas. Si las blancas realizan el enroque largo, las negras pueden lazar un ataque a la bayoneta por medio de a5-b5-a4, etc. creando amenazas al Rey blanco.  7.Dc2 Cbd7 8.Ad3 0–0 [Una idea es buscar la simplificación de piezas por medio de 8...Ch5. 9.Cge2
[La jugada 9.Cf3 conduce a un juego con características diferentes.] 9...Te8 10.h3 Mostrando sus intenciones de atacar en el flanco de Rey al preparar el avance g4. 10...Cf8 11.0–0–0 Definiendo la seguridad del Rey y ligando las Torres para apoyar el avance de los peones en las columnas "g" y "h". 11...a5 Es claro que las negras no se quedan con los brazos cruzados y comienzan su ataque en el flanco de Dama. Estos avances también implican debilitamiento de casillas y peones. 12.g4 Se establece de esta manera la lucha por "quién llega primero". 12...Rh8 [Intentando mejorar la variante alejando el Rey de la columna "g" y de un posible jaque en h7. También se ha experimentado 12...b5, que aunque deja débil al peón c6 es el riesgo que tienen que asumir las negras.] 13.Tdg1
[La idea de mantener la torre en la columna "d" y situar la otra en la columna "g" con 13.Thg1 es que desde la columna central las blancas limitan el avance ...c5 de las negras porque el peón dama aislado podría ser atacado directamente por la ¦d1.] 13...b5 14.Rb1 a4 15.Cg3 Da5 A primera vista parece que las negras llegarán primero pero la dificultad de su ataque está en que se les hace difícil realizar una ruptura de peones en el flanco de dama para abrir columnas para sus piezas pesadas.  16.Cce2 Profilaxis ante el avance ...b4, al tiempo que se traslada esta pieza para su participación en el ataque. Hay que señalar que se descubre la columna "c" por donde se puede capturar el débil peón de c6. 16...a3 [Mejores perspectivas ofrece al negro el avance inmediato 16...b4 con la amenaza de abrir líneas por medio de ...b3.] 17.b3 Ahora la ruptura es imposible  y el rey blanco goza de relativa tranquilidad. 17...Ad7 18.Ch5!
El inicio de las acciones agresivas en el flanco de rey. El contrajuego negro en el otro sector está paralizado completamente por lo que las manos están libres para concretar las intensiones de ataque en el ala de rey. 18...Ce4 [S podía simplificar un par de piezas más con la variante 18...Cxh5 19.Axe7 Txe7 20.gxh5 pero las blancas abren peligrosamente la columna "g" que deja vulnerable al peón de g7.] 19.Axe7 Txe7 20.Axe4!
El Caballo de e4 es la única pieza activa de las negras por lo que su eliminación es fundamental. El ataque blanco aparentemente deja de ser fuerte, al disminuir la cantidad de piezas,  pero como consecuencia del mismo se han creado debilidades en el campo de las negras que las dejan en graves dificultades estratégicas. 20...Txe4 21.Ceg3 Te7 [Los Caballos blancos avanzan peligrosamente hacia el Rey negro en la variante 21...Tee8 22.Cf5 g6 23.Ch6 con fuerte ataque.] 22.Cf5 Axf5 Se tiene que permitir la presión sobre g7 al abrirse la columna pero no existe otra alternativa ante el doble ataque a g7 y a la torre. 23.gxf5 Las blancas tiene clara ventaja porque sus piezas están mejor situadas para el ataque, el peón de c6 es débil y atacable directamente y el rey blanco está seguro en su casilla b1. Ante la amenaza f6 las negras están forzadas a realizar el siguiente avance. 23...f6 24.Tg4 Se incrementa la presión sobre g7. La pasividad de las negras se hace patente en cada jugada. 24...Taa7 25.Thg1 Se amenaza ¤xf6 que no puede ser capturado por el mate en g8 con la torre. 25...Tf7 26.Tc1 [Las acciones en ambos flancos son las ventajas que tienen las posiciones con ventaja en espacio y movilidad en sus piezas. Ahora se amenaza capturar el peón de c6 que no podía ser eliminado ahora con 26.Dxc6? porque el negro juega 26...Tac7 con posición ganadora. 27.Txg7 (la cuña en a3 se transforma en un gran fantasma para el blanco después de 27.Dd6 Dc3 con múltiples amenazas de mate.) 27...Txg7 28.Dxf6 Tcf7! seguido de £c3 que amenaza mate en b2.] 26...Tac7 27.Cf4 El caballo se dirige a la debilidad de c6 vía d3-b4. 27...Da8 28.Cd3 Cd7 29.Dc3 Dc8 30.Tf4 Cf8 31.Cb4 g5! 32.Tf3 De8 33.Dd3 Tc8 
[Nada se logra con el intento de contrajuego que pudiera surgir con 33...c5 por 34.Cxd5 Tc6 35.e4! c4 36.De2 con ventaja material y posicional de las blancas que les garantiza una posición ganadora.] 34.Tg3 Tfc7 35.h4! gxh4 36.Tg4 Tg7 [En caso de  36...Dh5 las blancas pasan a la ocupación de la columna "g" con 37.Tcg1 con peligroso ataque.] 37.Txh4 Dd7 38.Tf4 Tg2 39.Dc3 Dd6 40.Dc5 [El blanco desea pasar a un final con presión sobre las debilidades del flanco de dama que les garantiza una pequeña ventaja. Pero la lucha por la iniciativa se mantenía con  40.Cd3 ] 40...Dxc5 41.Txc5
Tg1+ 42.Rc2 Ta1 43.Rd2 Cd7 44.Tc2 c5 La mejor forma de luchar es buscando contrajuego. De otra forma la pasividad conduce a una muerte sin gloria. 45.Cxd5 c4 46.e4? [Lo mejor era en este momento 46.Tg4 con gran ventaja.] 46...c3+! Ahora las negras tienen contrajuego y aunque siguen en desventaja, al menos están complicándole la vida al blanco. 47.Re2? [Lo correcto era 47.Rd3 y no se puede decir que las negras mejoren algo sus esperanzas.] 47...Txa2! Las negras pasan a tomar el mando de las acciones en el final. Su posición es ventajosa. 48.Txa2 c2 49.Ta1 c1D 50.Txc1 Txc1 51.Cb4 Tb1! [Era digna de considerar el avance 51...a2 ] 52.Tf3 Cb8 [No había otra alternativa que avanzar el peón "a" después de 52...Tb2+ 53.Rd1 a2 54.Cxa2 Txa2 con un mejor final aunque difícil de ganar.] 53.Tc3 Tb2+?
 [Las negras cometen otro error que las deja en desventaja. Lo correcto es 53...Ca6 manteniendo ligera ventaja el negro.] 54.Rd3 Ca6 55.Tc8+ Rg7 56.Rc3 Txf2 57.Ta8 Tf3+?      [Error definitivo que las conduce a la derrota inmediata. Por medio de la captura 57...Cxb4 58.Rxb4 a2 se podía luchar en el final de torres.] 58.Cd3 Cb4 59.Rxb4 Txd3 60.d5   
 [Tras el avance 60.d5 las negras quedan perdidas después de 60...Td4+ 61.Rc5! Txe4 62.d6 Te5+ 63.Rc6 ganando el final sin muchas dificultades.]  1–0

 Segundo ejemplo

Timman,J (2635) - Short,N (2655) [D36]
El Escorial (13), 1993

1.c4 e6 2.Cc3 d5 3.d4 Cf6 4.cxd5 exd5 5.Ag5 c6 6.Dc2 Ae7 7.e3 Cbd7 8.Ad3 0–0 9.Cge2 Te8
10.0–0 g6
 Este es un plan tradicional en el ataque minoritario cuando las blancas tienen el ¤ en f3. La idea es llevar el Cd7 a g7 para cambiar los Alfiles de casillas blancas. Pero con el Caballo en e2 este plan es menos factible por la posibilidad blanca de realizar el avance central f3-e4.  [Otra idea o plan en este tipo de posiciones es 10...Cf8 11.f3 (Es mejor el plan tradicional de ataque en el flanco de dama con 11.a3!? g6 12.b4 como en la partida Granda Zuniga-Garcia Padron, 1991 donde las blancas mantienen una pequeña pero duradera ventaja.) 11...Ch5 12.Axe7 Txe7!? (Favoreció al blanco la captura 12...Dxe7 13.e4 dxe4 14.fxe4 en el encuentro entre Ivanchuk,V-Yusupov,A., Brussels  1991.) 13.Dd2 (Ahora no tiene la misma efectividad 13.e4 debido a 13...dxe4 14.fxe4 Ce6 con ataque al centro blanco.) 13...Ce6 14.Tad1 g6 Las blancas alcanzaron mejor disposición central en la partida Timman,J-Short,N Amsterdam, 1992.] 11.f3 Ch5 12.Axe7 Dxe7 13.e4 Cb6 14.e5
[Mantener la tensión central favorece al blanco por lo que era mejor 14.a4 sin temor a que el caballo se sitúe en c4 porque el cambio ¥xc4 favorecería al blanco que mantendría un fuerte centro de peones.] 14...c5 Este ataque a la cadena de peones es típico en estas estructuras centrales como por ejemplo, en la defensa francesa. El negro alcanza contrajuego en el centro lo que les brinda posibilidades iguales. 15.g4 [Perspectivas mejores le proporciona al blanco la amenaza 15.Ab5 cxd4 16.Cxd4! (Un error es la ganancia de la calidad con 16.Axe8? dxc3 17.Aa4 cxb2 con ventaja de las negras gracias a las amenazas existentes como la más evidente bxa1=£, ...£xe5, ...¥f5, etc.) 16...Dxe5 17.Axe8 Dxd4+ 18.Tf2 Af5 19.De2 con posibilidades equivalentes.] 15...Cg7 El caballo, que estaba alejado en h5, tiene la posibilidad de luchar en el centro situándose en e6. 16.Cf4 Ae6 [Más activo era  16...cxd4 y si 17.Cfxd5 Dxe5 con ventaja de las negras que tienen un peón de ventaja, actividad central y el rey blanco está algo debilitado. ] 17.Df2 Tec8 18.Cfe2 Ad7 [Preferible era el avance 18...c4 manteniendo una mayoría de peones en el flanco de Dama.] 19.Tae1
[Se debió definir la tensión central por medio de 19.dxc5 Txc5 20.h3 preparando el avance f4 y manteniendo la posibilidad de bloquear el peón d5 negro en la casilla d4, con mejores perspectivas.] 19...Ce6 20.f4 cxd4 21.Cxd4 Cxd4 22.Dxd4 Axg4 Las blancas están jugando con la mentalidad del ataque que se busca en esta variante. Pero debieron hacer un alto en la posición y comprender que las posibilidades negras no son peores.  23.e6? [Por esa razón es que debieron restablecer el equilibrio material capturando 23.Cxd5 Cxd5 24.Dxd5 Td8 25.Dg2 con igualdad, aunque la posición de las negras es preferible por lo débil del flanco de rey blanco.] 23...fxe6 24.f5 Dc5 [Una ventaja ganadora propiciaba la captura del tercer peón con 24...gxf5 sin importar que la recaptura de uno de ellos por medio de 25.Axf5 Axf5 26.Txf5 deja al blanco en mala situación después del golpe 26...Tc4! con posición ganadora.] 25.Dxc5 Txc5 26.fxg6 hxg6 27.Tf6 Se ha llegado a un final casi forzado donde las negras tienen clara ventaja, pero que todavía deben sortear algunas dificultades técnicas sobre todo por la escasez de material en el tablero. 27...Tc7 28.Cb5 Tg7 29.Cd4 Cd7 30.Tf4 Af5 31.Cxe6 Axe6 32.Txe6 Cc5 33.Te3 Cxd3 34.Txd3
 Se ha producido un final de doble torres por bando donde la actividad blanca hay que tenerla en cuenta. Sin embargo, las negras tienen recursos que sacan a la palestra para mantener su clara ventaja. 34...Td7 35.Tfd4 Tad8 Lo primero es mantener el botín ganado en la batalla previa. 36.Rg2 Te8
[El rey es una pieza activa en los finales. Se debió jugar primero 36...Rf7 37.h4 b5 38.Rf3 Rf6 Restringiendo la actividad de las torres blancas al tiempo que se protege el peón d5 para liberar a una de las torres.] 37.Txd5 Txd5 38.Txd5 Te2+ 39.Rg3 Txb2
En esta posición las negras perdieron la partida por tiempo, pero todavía podían luchar en el final de torres que siempre presenta recursos incalculables.[Una continuación podría ser 39...Txb2 40.a3 (También  40.a4 es posible.) 40...Tb3+ 41.Rg4 y Fritz da como evaluación ligera ventaja de las negras.]  0–1


Santo Domingo, 25/05/11






lunes, 2 de mayo de 2011

Ajedrez erótico - "Penetración de Alfil"

Por Antonio Rodríguez Salvador*

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Apolinar adelantó su peón a la octava casilla, y feliz como quien tras un violento zeitnot cumple las jugadas reglamentarias y consigue una posición ganadora, pidió alfil.

En verdad su felicidad era justificada: por lo infrecuente de convertir un peón en alfil y porque, como Bogoljubow, con piezas blancas ganaba porque llevaba piezas blancas y con piezas negras ganaba porque era Bogoljubow. Así siempre estaba, como Fischer a punto de arrollar a Petrosian, tras destrozar con un seis a cero a Larsen y a Taimanov.
Cuando estaba al borde de la derrota y alguien le preguntaba: ¿Cómo acabará la partida?, Apolinar siempre respondía: seguro que será tablas. Pero al recibir la estocada fatal no se rendía entonces con la arrogancia de Capablanca dándole una limosna a un pordiosero; ni arrojando violentamente el rey por la sala de juego como hizo Alekhine en Viena/1922, ni al estilo Janovsky que, con sincero asombro, preguntaba cómo era posible perder con un pichón a la vez que denunciaba al Comité Organizador por invitar a personas cuyo Ajedrez tan miserable enfermaba a un verdadero Maestro.

Apolinar tenía su propio método de capitular: ningún gesto que delatara conmoción interior, ninguna palabra en que pudiera adivinarse su propósito, tampoco significaba que se rindiese de acuerdo con el modelo británico, representado en la casi superhumana deportividad de Sir George Thomas; ni aún mostrando una amistad indisminuible, a la manera en que lo hacía Max Euwe; ni, incluso, abandonando la mesa de juego a lo Grünfeld —con el rostro petrificado y sin mirar a su rival—, sino que tomaba en su mano derecha la pieza asesina, la observaba detenidamente antes de colocarla en la casilla inicial, y de pronto se sorprendía de tener en frente a un contrario. Caramba, ¡que agradable sorpresa!, decía para súbitamente iniciar una charla que duraba el tiempo exacto de ordenar las figuras en el tablero, y entonces como, quien expresa lo obvio, sugería:
        — ¿Le parece bien si jugamos al fin?

Olvidaba así que había tenido lugar la derrota. Y a pesar de que no se rendía con una mueca de repugnancia, ni apartaba las piezas como si estuvieran envenenadas, que era la manera clásica de rendirse Spielmann; ni se rendía como Hans Müller en Kecskemet 1927, donde Maroczy,  árbitro del torneo, recibió una sorpresa al descubrir la jugada sellada: aufgegeben; ni se rendía bajo ningún patrón reconocido entre los maestros, Apolinar era fiel a los clásicos porque, como Tartakower, pensaba que nadie había ganado nunca una partida rindiéndose.

Cuando Apolinar, tan feliz como Georg Marco, pidió alfil, estuvo buscando la pieza por unos instantes sin encontrarla. Se disponía a utilizar una torre invertida para que, con otro significado, pudiera andar por las diagonales, cuando reparó en Mónica L. que, absorta en la contemplación de la partida, tenía el alfil en la boca.
Nunca antes Apolinar estuvo enamorado. Había prometido solemnemente ante el altar de la diosa Caissa que no se casaría con una mujer que no fuera ajedrecista, y reservaba el amor para su Dama con el mismo celo que Marshall había guardado la novedad de su ataque para sorprender a Capablanca; con el empeño de Bronstein en devolver el golpe al contrario que le vencía; con la perseverancia de Polugaievsky en revivir, cada vez, su variante de las cenizas.

Así transcurrieron largamente los años, cayó la  corona de Lasker, y apareció Maya a quien amó y nunca conoció más allá de la imagen que, desde su fotografía, le confesaba un amor inocente como Schlechter, quien no apostaba aun estando en la más absoluta pobreza, si consideraba que su contrario le era inferior. Para conquistar el amor de Maya, dedicó Apolinar su juventud. Tuvo conocimiento de que, en Georgia, si se quiere conseguir novia, es imprescindible reunir una dote suficiente para el padre, y a tal empeño entregó su fortuna y sus mañas.

Una noche, aprovechando un blunder del guarda, en la abadía de Saint Denis, París, logró hacerse del valioso juego de ajedrez que regaló Constantino V, conocido por Coprónimo y emperador de Oriente, a Pipino el Breve en el año 757. Mediante una hábil celada obtuvo en el monasterio de Mausach, Francia, otro juego famoso por su riqueza, y que en el año 769 había sido obsequiado por el califa Al Rashid a Carlo Magno, hijo de Pipino el Breve. Poco tiempo después, recurriendo al soborno, se hizo de un ajedrez esquimal de colmillo de morsa y piel de foca, regalo del Gobierno de Canadá a la Reina de Inglaterra, durante una visita que ésta realizara a Otawa en 1964, y en el cual las figuras representan gaviotas, osos, focas, iglúes y esquimales. De traficantes desconocidos, consiguió el Stauton original con que el creador de estas piezas derrotó a Saint Amant en París 1843; y el juego que impidió la toma de Sevilla en el año 1069 cuando las huestes de Al Matamid no se encontraban en condiciones de contrarrestar el ataque de Alfonso VI, conocido por el Bravo, y rey de León y Castilla, y el primer Ministro y poeta mahometano Ibn Ammar apostó el valioso juego a cambio de la paz y ganó la partida. Entre sus  obsequios,  no faltaba una sección dedicada a pinturas famosas: un cuadro de Tutankamón y su esposa Ankesnamón jugando en un tablero rectangular, algo más pequeño que los actuales, y que Apolinar adquirió en una subasta de objetos pertenecientes a  un egiptólogo alemán que nada tiene que ver con el Gran Maestro Robert Hübner.

Estaba a punto Apolinar de emprender viaje a Tbilisi con ánimo presto a convencer a papá Chiburdanidze, cuando apareció Susan, la belleza mayor de Las Polgar; el hecho de que sólo jugara contra hombres, y una mirada suya desde la pantalla de la tele, hizo que Apolinar, estupefacto, se sumiera en una profunda reflexión al igual que Sämisch en Praga 1938, quien, a pesar de que contaba con dos horas y treinta minutos para realizar cuarenta y cinco jugadas, perdió por tiempo en  doce movimientos; o como Louis Paulsen que en una partida jugada contra Paul Morphy en 1857, consumió la casi totalidad de las quince horas empleadas en los cincuenta y seis lances. Hasta que Apolinar se decidió por un gambito Budapest; y con la misma celeridad con que Eric Kroppert jugó quinientas partidas de diez minutos, incluyó en su repertorio de aperturas la defensa húngara, que estudiaba con la misma dedicación con que Lajos Portisch pulía sus esquemas de juego: labor a la que dedicaba más de ocho horas diarias. Porque Apolinar ansiaba obtener una victoria rápida contra Susan, tal como hizo Kosjoerin de Mónaco en la Olimpiada de La Habana en 1966, donde le propinó mate al chipriota Lantsias en solamente seis jugadas; o como Mansfield, que liquidó a Trincs en nada más que tres lances de una partida del campeonato abierto de los Estados Unidos en 1959, donde el árbitro del torneo, testigo presencial, exclamó:
     — ¡Dense cuenta, esto ha ocurrido en el Siglo Veinte!

Pero una terrible confusión vino a surgir, porque apareció Mónica L. con un fálico alfil en la boca; más bella que la holandesa de Eduard Lasker, más romántica que la inmortal de Adolfo Andersen; más palpable que el puntapié que propinó Korchnoi a Petrosian durante un match de candidatos; y Apolinar estuvo dispuesto, por ella, a realizar más sacrificios que Mijail Tal en sus años de esplendor.
Antes de conocer a Mónica L., Apolinar había disfrutado del sexo sólo en sus fantasías. Se imaginaba firmándole autógrafos en las tetas a las chiquillas de la academia, mientras enrocaba la portañuela ante el ataque irresistible de sus contrarias. Había cubierto las paredes de su habitación con fotografías de mujeres desnudas como las piezas de Philidor cuando se empeñaba en ganar con los peones, y se le presentaba un sueño recurrente en el que, con su dama, se ocultaba en los rincones más apartados del tablero, como las maniobras por a8 de Ulf Andersson en su sistema del Erizo.

Por tanto, Apolinar no había sentido nunca la presencia femenina con el rigor de pieza tocada pieza jugada; ni estaba, cuando apareció Mónica L., como Fischer, jugando por teletipo desde el Manhattan Chess Club de Nueva York, porque el Departamento de Estado le había negado el permiso para viajar a Cuba.
Debía decidir antes de que cayera la bandera que marca el límite de reflexión, pues había pasado la época en que sobrepasarse en ese sentido no significaba la derrota, y podían adquirirse cinco minutos adicionales por un poco de dinero, tal como estaba reglamentado en el torneo de Nüremberg de1906, en el que Przepiorka, maestro polaco, clasificó de todas maneras en uno de los últimos lugares, a pesar de que gastó bastante en comprar tiempo.

Debía ser exacto en el movimiento para que no le sucediera igual que a Salo Flohr que, siendo un escolar, enfrentó a Alekhine en una simultánea en  Praga, y en  un instante de la partida, al jugar, se percató de que perdía una torre. Alekhine se disponía a capturarla cuando Flohr trató de impedirlo diciendo:
     —Oh, un momento, perdón, perdón!
A lo que Alekhine, sin inmutarse, riguroso y enérgico, a la vez que tomaba la pieza le dijo:
    —Joven, en cuanto al perdón, hablaremos la próxima vez.

Decidió Apolinar, entonces, que la iniciativa era una ventaja enorme, según ya había dicho Capablanca; intentó una jugada intermedia que complicara la posición, y dijo a Mónica L.:
     —Ese alfil, en sus manos, se ha convertido en reina.
     —Disculpe— dijo Mónica L. culpable.
     —Oh, no hay nada que disculpar— dijo Apolinar, y tratando de llevar la partida a un cauce conocido, agregó —Qué le parece la posición?
     —Muy interesante— dijo Mónica L. interesada.
     —Sepa usted que alfil viene del persa phil, es decir elefante; pero en francés, se dice fou, que significa loco; en alemán es laufer, que se traduce como corredor; y en inglés bishop, o sea, obispo —dijo Apolinar tomando al paso.
     —Muy excitante —dijo Mónica L. excitada.
     —Y ahora, quién está en sus manos: el elefante, el obispo, el corredor, o el loco? —dijo Apolinar sacrificando el alfil.
     —Desde luego que no el obispo —dijo ella, desde luego.
     —Debe ser este loco de amor por ti. —dijo él como un elefante corredor.

Así el amor entró en Apolinar y Mónica L. con el mismo nivel que Gata Kamsky en la lista de los extraclases. Con la ingenuidad, sencillez y poderoso juego de Mir Sultan Khan, quien, esclavo y por complacer a su amo el noble indú coronel Sir Umar Khan, aprendió los rudimentos del ajedrez y en ese mismo año fue Campeón de Inglaterra. Entró el amor con la rapidez con que entra en juego la dama en la defensa Escandinava y el alfil en la Italiana. En busca de la perpetua armonía como el título del libro de Vassili Smislov, o en la Repetición de amore o arte de axedrez, como el de Lucena.
Fue así que Mónica L. y Apolinar comenzaron a hacer el amor en todas las aperturas clasificadas en la Enciclopedia yugoslava. Con una veneración casi mística de los alfiles porque, a fin de cuentas, Apolinar había sido el primer hombre del mundo en conquistar a una mujer con un alfil. Hacían el amor y jugaban una apertura Ruy López: con sotana y un largo alfil hasta el cielo. Hacían el amor y soñaban un Gambito escocés: con faldas y gaita, y un alfil que borracho de whisky entraba rápidamente en la pelea. Hacían el amor y jugaban el barroco ajedrez de una defensa India Antigua: con alfiles reprimidos, torpes en los inicios, pero que una vez libres tomaban por asalto las posiciones del Kamasutra y se desbocaban como elefantes locos. Hacían el amor en maniobras de flanco, y contragolpes de todo o nada como en una defensa Siciliana: con los alfiles ocultos y al acecho de dar un golpe como si fueran mafiosos. Hacían el amor sin tocarse como si fueran un alfil de casillas blancas y otro de casillas negras condenados a correr por dimensiones distintas. Y hacían el amor en francés: frenéticos y con los ojos desorbitados, porque en ese idioma alfil significa loco. Y en la medida que transcurrió el tiempo, hicieron el amor en alemán como un corredor tras vencer en la maratón, y luego de elefante persa, con la verga fláccida como una trompa, y por último, como un obispo inglés, es decir, sin hacerlo en absoluto.

Pero eso fue mucho después que ellos se amaran con la misma pasión con que Anatoly Kárpov trataba de vencer a Garry Kasparov, aun cuando había perdido con este último, cuatro matches por la corona mundial. Con la luminosidad y la energía de un rayo holandés como Jan Timman. Con la impetuosidad de Beliavsky: que no da ni pide tregua y es imposible pedirle tablas. Con el optimismo de Chigorin que, minado por una enfermedad mortal, se empeñaba en analizar la causa de sus errores para continuar superando su nivel de juego. Hacían el amor con la vehemencia de Paul Morphy: sin dar respiro a su rival. Como burócratas, mediante conceptos y reglas inviolables, según el dogmatismo de Tarrasch. En trance hipnótico con el psicoanálisis de Fine. Cuando estaban iracundos, hacían el amor a lo Nimzowitch. Cuando filosofaban, hacían el amor a lo Enmanuel Lásker. Cuando estaban inquietos, hacían el amor a lo Charousek. Se despertaban y sin mediar caricias, hacían un amor precoz a lo Reshevsky. Afuera se desmoronaba el mundo y ellos hacían un amor flemático a lo Burn. Se pedían ternura, y hacían un amor sólido a lo Reti. Hacían ortodoxamente el amor en gambitos de la dama de acuerdo con los patrones clásicos: ella debajo e inmóvil, en camisón, y‚ él de calzoncillos largos y camiseta de cuello, con todas las luces apagadas. O por el contrario, hacían el amor de defensa moderna, donde ella tomaba la iniciativa y lo destrozaba como Judith Pólgar a Boris Spassky. Hacían el amor en rapid transit, con solo cinco minutos desde la aproximación al relajamiento so pena de perder ambos por tiempo. Hacían el amor anotando los lances en forma algebraica, y para ello se tatuaron un número y una letra en cada parte del cuerpo; en forma descriptiva, donde la teta izquierda de Mónica L. correspondía a la casilla tres caballo dama, y el labio mayor derecho a ocho caballo rey. De esa forma peón cuatro rey significaba abrir la portañuela; alfil cuatro alfil sacarse la verga; dama cinco torre bajarse el blúmer; y dama siete alfil, el mate que completaba el Jaque del Pastor que jugaban cuando hacían el amor en las paradas de ómnibus, escampando el aguacero en los portales, o en los pequeños ratos del día en que podían encontrarse.
Hacían el amor, presionando Mónica L. como una estratega en cada debilidad; penetrando Apolinar sus piezas por cada agujero de la posición como llamó Steinitz a las fallas en la estructura de peones. Hacían el amor a la ciega, de forma verbal, en los lugares públicos donde el apremio les hacía prescindir del tablero. Hacían el amor por correspondencia cuando estaban lejos el uno del otro: en cada carta un solitario movimiento y jugada tras jugada, estaban un año entero haciendo el amor, hasta que agotados lograban el orgasmo.

Así pasaron de la apertura al medio juego entre fintas posicionales y la lucha por el centro, y Apolinar comenzó a hacer el amor con el equilibrio y la tranquilidad de Petrosian. Con la lentitud de maniobras del chatrang. Calladamente a lo Rubinstein. Con la poca disposición al juego de Teichmann: que en un match, celebrado contra Sämisch, suspendió la partida y la declaró tablas sin contar con el rival porque la consideró un fastidio que le impedía asistir a la función del circo. Comenzaron a aparecer en su repertorio los lentos esquemas de fianchetos en los que, ocultos tras los peones, languidecían en el ocio los soñolientos y empolvados alfiles antes de emprender batalla. Se vio entonces al poderoso y largo alfil español reducido a escaso y tímido alfil catalán, en un distinto enfoque de axedrez de la dama que sólo, de vez en vez y por la cercanía geográfica, se aventuraba en descolorida imagen de lo que fue a un demorado Giouco Pianissimo de scacci alla rabiossa. Si Apolinar, desde una esquina, era un discreto peón torre limitado a la mitad de sus posibilidades ofensivas, Mónica L. era un poderoso peón pasado en el centro. Si Apolinar era un caballo en uno torre, Mónica L. era la misma pieza en seis rey.

Llegó muy mal Apolinar al final de la partida. Mónica L. con 2850 de ELO (Excitación, Libido, Orgasmo), amenazaba con un cuadrado errante dispuesta a conocer otros derroteros, como Vera Menchick que nació en Moscú, con la nacionalidad checa, y murió inglesa durante un bombardeo nazi a Londres.

Ya Apolinar en cualquier momento convenía tablas de salón a la manera de Hübner y Rogoff en el Campeonato mundial estudiantil por equipos de Graz, donde ambos maestros firmaron la paz luego de la primera jugada de las blancas. Surgían con más frecuencia los aplazamientos. Tenía que sellar las partidas más ventajosas en que hacía el amor. O, si no, hacía el amor como un autómata: mecánicamente como el turco de Wolfgang Von Kempelen, o electrónicamente como los famosos programas para computadora Fritz, MacJack y DeepThought.

Pudo ser así, que un día Apolinar adelanto su peón a la octava fila y pidió alfil, quedando en el más absoluto zugzwang, y entonces Mónica L. le entregó la pieza, que rápidamente Apolinar colocó en la casilla de origen como a las demás, y sorprendido tan solo preguntó:
     —¿Le parece bien si jugamos al fin?   

*Antonio Rodríguez Salvador (Taguasco, Cuba, 22 de diciembre de 1960), es poeta, narrador, dramaturgo y ensayista. Economista de formación universitaria, profesor adjunto de Redacción y Estilo en la Universidad José Martí, y de Dramaturgia en la Universidad Pedagógica Silverio Blanco, de Sancti Spíritus. Es considerado una de las voces sobresalientes de la actual narrativa latinoamericana. Fuerte jugador y gran apasionado al Ajedrez.

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